...que tengo blog para hacer algo que debí haber hecho hace mucho tiempo. Sé que el post puede acabar siendo peligrosamente largo, o que puedo estar cayendo en un tópico, pero tengo que hacerlo. Los que me conocéis sabéis que me cuesta mucho exteriorizar mis sentimientos, así que os hablaré desde aquí, con todo organizado en la pantalla del ordenador.Siempre he dicho que son las pequeñas cosas, los pequeños detalles del día a día los que te alegran la vida, así que quiero daros las gracias a todos:
-Gracias a mi familia, por todo lo que me han dado y me siguen dando ahora...a mi madre, aunque a veces la saque de quicio...
-Gracias a mis amigos de toda la vida (jóvenes y no tan jóvenes), porque me han hecho ver que, aunque todo fuese mal, siempre habría motivos para luchar, para seguir adelante...para vivir...
-...y gracias a Ester, porque sólo pensar en ella es suficiente para recordármelo.
-Gracias a Celia y Elvira, por los 45 minutos de paciencia que demostraron el otro día hasta que me enseñaron a programar el blog...
-Gracias a los nuevos amigos de la Universidad, que han demostrado ser gente increíble con la que podré contar siempre.
-Gracias a Nepomuk (una chorrada tan grande como poner un comentario en el blog de alguien puede animarle un montón a uno.Muchísimas gracias).
-Gracias a la comunidad Sa-Fa, por todo el tiempo que hemos compartido juntos...
-...y gracias a los grupos de la parroquia de aquí, por el tiempo que compartiremos a partir de ahora.
Finalmente, y esto es lo que más me costaba sacar al exterior, he de dar las gracias a una persona de mi día a día, un amigo de siempre...aunque para hacerlo, se requiere una breve introducción:
Corría el curso académico 2003-2004 (hacíamos 1º de bachillerato), cuando al hermano Alberto se le ocurrió pasarse por clase para hablarnos de la vocación. Al final de la charla, dejó en el aire el poner una fecha para unas "convivencias vocacionales". Al ver que yo estaba dudando si apuntarme o no, este compañero me dijo burlonamente:"Qué, ¿te vas para cura o qué?"
Yo le dije:"No, hombre, pero sí es bueno plantearse qué es lo que Dios quiere de nosotros,¿no?".Y él contestó:"Ya, pero tú siempre has tenido muy claro a qué te querías dedicar...",a lo que yo respondí: "Sé lo que quiero hacer, pero...¿es lo mismo eso que la vocación?",y entonces él, con una sencillez absoluta, me dijo: "Mira, Juancar...lo que Dios nos pide es que hagamos lo mejor posible aquello que nosotros deseamos hacer".
Un comentario casual, sin importancia, una chorrada del día a día...pero si hubieras visto la cara que se me quedó, Miguelón, habrías sabido que desde ese momento hay algo que te agradeceré toda la vida...he tardado mucho en decírtelo, pero aquí está...muchas gracias.
Gracias a ti, y gracias a todos...un abrazo.