miércoles, noviembre 30, 2005

¿Voces similares...?

Hola de nuevo. Llevo una semana sin publicar, pero se debe a que quería asegurarme de liberar materia en el primer examen de Física, que hemos hecho hoy (y el esfuerzo ha merecido la pena). Así que aquí estoy otra vez, dispuesto a contaros algo que sucedió hace unos días...
Eran más o menos las 22:45, cuando llamó por teléfono mi abuela paterna. Mientras hablábamos, mis padres no daban abasto tratando de poner orden en la casa y conseguir que Marta y Amalia se fuesen a dormir. Mi madre estaba especialmente histérica, intentando hacerse entender a gritos: "¿¡Os queréis ir a la cama ya, niñas, que mañana os tenéis que levantar a las 6:45!?" Mientras, yo intentaba hablar con mi abuela por encima del barullo:
Yo: -Sí, ahora te paso a mi padre, que no sé dónde se mete...
Mi abuela: -De acuerdo, de acuerdo...
Mi madre: -¡¡¡Niñaaaaaaasss!!!
Yo: -Jopé, qué follón...espera, que ahora le busco.
Mi madre: -¡¡¡Por Dios, Marta, deja eso y vete a dormir!!!¡Amaliaaaaa, acompáñalaaa!
Yo: -Ay, Dios...Conchi, ¿puedes repetir lo último que has dicho?
Mi abuela: -Nada, no he dicho nada...que me pases a tu padre...
Mi madre: -¡¡Venga, subíos de una vez a vuestra habitación!!¡¡¡Vamoooooooooos!!!
Mi abuela: -¿Pero qué es todo ese jaleo? ¿Se puede saber qué le estáis haciendo al pobre Athos, que no paro de oírle ladrar?
Yo: -.......

(¿Qué pensar? ¿El perro tiene una voz especialmente melodiosa...?¿O es que mi madre estaba con algo de ronquera? Misterio sin resolver).

miércoles, noviembre 23, 2005

Una escena muy típica

Está visto que soy de lo más oportuno que hay en el mundo: cuando, por la noche, hay que moverse con cuidado para no despertar al prójimo, me las arreglo para montar yo solo un jaleo equiparable al de un regimiento haciendo maniobras. Por otra parte, cuando conviene anunciar que estoy cerca para evitar sustos y malentendidos, me deslizo como una sombra hasta la espalda de la persona en cuestión y, una vez allí, le saludo, con lo cual ha habido veces que hemos estado a punto de salir corriendo hacia el hospital para tratar algún infarto que otro.
El otro día, después de la Universidad, llego a casa y abro la puerta (Ris, ras, suenan las llaves en la cerradura). Una vez dentro, llena mis oídos un "kwiiiiiiiiiiiiiiiiinnn" muy característico: mi madre está pasando el aspirador. No me ha visto, ya que está de espaldas a mí, así que procuro hacerme oír por encima del ruido: "¡HOLAAAAA!" No hay respuesta.
Lo intento otra vez: ¡HOLAAAAAAAAAA!", con el mismo resultado. El aspirador sigue sonando.
Después de cuatro o cinco intentos, mi madre se agacha y para el aparato. (Por fin). Me acerco un poco y le saludo:
-Hola, ¿qué tal?
-¡AAAAAAAAAAAAAAAGGHHHHHHHHHHHHH!-exclama mientras da un salto que nada tiene que envidiar a los de los atletas olímpicos. Después se tropieza con el aspirador, haciéndolo caer con un ruido de mil demonios, se agarra al sillón a punto de descalabrarse, da un traspiés, recupera la posición erguida, se sujeta el corazón, temiendo que se le vaya a salir por la boca y, una vez recuperado el ritmo cardíaco, se lleva la mano a la frente y me mira entre jadeos, mientras dice: "Ay, Dios mío...ay, Dios mío...ay, Dios mío...hijo..."
Lord Kilian ha llegado a casa.

lunes, noviembre 21, 2005

Cariño perruno

viernes, noviembre 18, 2005

Longevidad

Cuando mi madre me preguntó qué había comido el martes (que tuve prácticas de laboratorio y me quedé en la Facultad para no andar pillado de tiempo a la hora de la comida) y le contesté que "la hamburguesa más rica que había probado nunca", recordó de repente un reportaje que había leído en National Geographic, titulado "Los secretos de la longevidad". Me interesé por el tema y le pregunté de qué trataba, y ella, muy animada, se puso a contarme: hay habitantes de algunos pueblos, en concreto, los sardos de Cerdeña, los adventistas del séptimo día de Loma Linda (California) y los habitantes de Okinawa, en Japón, que tienen una esperanza de vida muy superior a la de la mayoría de la gente. Yo me interesé todavía más y le pregunté qué hacen para ello, puesto que a mí también me gustaría vivir mucho y saludablemente.
Hipótesis de la que partimos: ¿logrará lord Kilian llegar a los 150 años estando en perfecto estado de salud física y mental?
Yo: -Veamos...empieza desde el principio.
Mi madre: -A ver; en primer lugar, comen muy poca carne roja...muy poca carne, en realidad.
Yo (palideciendo): -Ah, ya, este...bueno...siempre podemos intentar hacer algún sacrificio...
Ella: -Comen mucha fruta, verdura y legumbres...
Yo: -Ah, bueno, eso ya lo hago; es fácil...sigue.
Ella: -No fuman, hacen mucho trabajo físico...
Yo: -Respecto a lo primero, ningún problema. En cuanto a lo segundo, en fin, estooo...
Ella: -Descansan mucho...
Yo: -Bufff...
Ella: -Comen muchos frutos secos...
Yo: -¡Yujuuu, frutos secos!Ningún problema.
Ella: -Y, lo más importante, comen siempre EN MUY PEQUEÑAS CANTIDADES.
Yo: -¡...!
Conclusión final: ¿será mucho pedir que lord Kilian pase, o incluso llegue, a los veinte años...? Siento que mi tiempo se agota por momentos...

miércoles, noviembre 16, 2005

El sacrificio de lord Kilian

Mi madre me ha sugerido varias veces que, algún día que quede con los amigos, vayamos a patinar sobre hielo a Canillejas o algún sitio de ese estilo. A mí me encanta patinar, pero (le recuerdo), hasta que el traumatólogo le eche una ojeada a mi rodilla y me diga si podría hacerlo sin miedo, no quiero arriesgarme. Además, hay otra razón: yo no vuelvo a ir a una pista de hielo hasta que monten rediles en los laterales de las mismas para que los niños, exclusivamente, patinen allí sin interferir en la marcha de la pista grande. Puede parecer un poco cruel, pero esa drástica medida se debe a la mala experiencia que tuve la última vez que estuve allí. En ella intervienen, una vez más, el primo Carlos y el tío Kin. A los más pequeños (como Carlos) les dan en las pistas un casco enorme y blanco que, aparte de protegerlos de golpes y tortazos, tiene la habilidad de conseguir que TODOS parezcan iguales cuando se les ve de espaldas. Así que allí iba yo, patinando vertiginosamente, tomando las curvas a velocidad suicida y esquivando a todos aquellos que se acercaban demasiado, cuando veo delante de mí a una de esas hormigas atómicas blanquecinas. A su lado estaba Kin, así que la identifiqué como mi primo y me dije: "Ojo ahora, que como des un mal paso atropellas a Carlos". No había ningún problema, porque siempre que patino consigo filtrarme a toda velocidad por el hueco más mínimo que haya entre la gente y salir al otro lado sin causar ningún daño. Fui a hacer lo mismo esta vez...y me encontré con que no había huecos. A la derecha tenía la valla, delante a la hormiga atómica y por la izquierda se había ido a formar un atasco precisamente en ese momento. Cuando ya estaba encima de la hormiga, pensé fugazmente: "¡Haz algo, que lo matas!" E hice lo más estúpido e inverosímil que se me podía haber ocurrido: traté de frenar en seco. Al hincar en el hielo las cuchillas de los patines, salí lanzado hacia adelante (con los pies clavados al suelo), así que para compensar di un tirón hacia atrás con todas mis fuerzas. Mientras los pies se me levantaban un metro y medio del suelo (los patines pasaron rozando el casco de la hormiga) y la espalda se acercaba más y más al mismo, pensé: "Mira el lado bueno, has salvado a tu primo". Luego no pude pensar mucho más porque, con un "boummm" espeluznante, aterricé sobre mi espalda y me quedé viendo las estrellas. Entonces, mientras al lado de mi cabeza seguían pasando patinadores (kzzzk, kzzzk, sonaban las cuchillas al deslizarse junto a mis orejas) la pequeña hormiga se dio la vuelta y, entre las profundidades de su casco, pude contemplar una cara que, completamente alucinada, me miraba...una cara que no era la de Carlos. A su lado, un señor que indudablemente era su padre, me miraba también, preguntándome: "¿Te has hecho daño?" Yo, negando con la cabeza, me levanté como pude y, acercándome al niño (cojeando y sujetándome el codo izquierdo, con el brazo del mismo lado completamente inerte) le pregunté con la mejor de mis sonrisas: "¿Estás bien?" (con lo que perdí la poca dignidad que aún me pudiese quedar) mientras por dentro pensaba cosas que prefiero no publicar para no herir la sensibilidad de los lectores. Al rato, el resto de mi familia apareció (Kin y Carlos incluídos) y se pusieron a comentar paso a paso la jugada, sin dejar de partirse el pecho a mi costa.
Así que...¡hala! O se ponen corrales especiales en todas las pistas de hielo de Madrid o, yo lo siento en el alma, a mí no se me vuelve a ver por allí.

martes, noviembre 15, 2005

Paciencia

Ufff...esto ya va estando. Aún faltan un par de cosillas. pero lo cierto es que va teniendo mejor aspecto. Tenía pensado un post para hoy pero me he metido con los cambios de plantilla y ahora estoy agotado (el esfuerzo mental que me ha costado seguir las instrucciones de la "Experta" sin equivocarme ni una vez ha sido considerable). Así que disculpadme, que ya a partir de mañana seguiré publicando normalmente. Pero, hasta entonces, me voy a dormir...no sin antes darle las gracias a la Experta por toda la ayuda que me está proporcionando. Así que...¡hala! Los Lunnis y yo nos vamos a la cama. Buenas noches a todos...

lunes, noviembre 14, 2005

Reformando


Se acabó. De hoy no pasa. He decidido que voy a darle a mi blog el aspecto que quiero darle. Quiero que la gente vea por qué se llama como se llama, quiero incluir imágenes, darles un título chulo a mis links y meter todas las chorraditas que se me ocurran. Si ya logré apañar el formato de los comentarios (al borde del infarto y con ayuda de la enigmática "experta", todo hay que decirlo aunque sea un detalle sin importancia), podré apañar todo lo demás. Y lo más importante: LO HARÉ YO SOLO, SIN AYUDA. Que uno ya va teniendo que saber apañárselas y arreglárselas él solito.Enciendo el ordenador sin destrozarlo (que ya es un paso importante), me meto en mi blog sin sufrir una electrocución y abro la plantilla sin que me aparezca ningún mensaje de "Error. Este sistema se autodestruirá" (que no me habría sorprendido nada). Hago crujir mis nudillos, esbozo una sonrisa de suficiencia y me pongo a explorar la plantilla. ¿Acaso un montón de códigos de html van a poder conmigo? No, no será hoy. Veamos...huy, qué cosa tan rara...¿y esto para qué sirve? Dios santo, ¿no pueden escribir códigos que un simple y sencillo ser como yo pueda entender? Bueno, bueno, no pasa nada...no puede ser tan difícil. Calma. A ver... empecemos por el principio...ahí va, ¿y estas letritas qué son? bah, no es nada...a ver. Ponerle a la columna de links algún nombre chulo...pues no hay ninguna opción que se llame así... mal, muy mal. Tendría que estar. Me cago'ntó lo que se menea, nos estamos poniendo nerviosos...que no cunda el pánico. A ver: título, título, título...¿¡y esto qué demonios es!? ¡Aaargh, escapa a mi entendimiento! Bueno, por lo menos sí que puedo editar el perfil para poner alguna imagen...¿tengo alguna que mole? Hmmm...mis documentos...no, esta no. No...no, tampoco esta. No. No. No. Hala, a la porra. A ver si probando con otra cosa...vaya, me tiemblan las manos...y tengo un tic en el ojo...y estoy respirando agitadamente...bueno, tranquilo, que no es nada. Cambiar el nombre de "comments"...pues tampoco hay opciones llamadas así...pero he de lograrlo. Vamos, hombre, ¿acaso la informática me va a ganar la batalla? Permite que me ría, informática. Te vas a enterar...a ver, alargar la horizontal de las publicaciones...¿¡tampoco!? Bien, bien, bien, informática, esto ya es un asunto personal...te voy a demostrar de qué soy capaz. A ver...cogemos un código de html cualquiera...

¡¡¡.......................................!!!

¿Y esto qué serááá?

Bien, he vencido. Si lo que yo no consiga...le acabo de demostrar a la informática que soy capaz de deciros que la frase que he escrito antes diciendo que lo haría sin ayuda, no ha sido escrita jamás.
Florecillaaa...Expertaaa...Mercklaaad...
Nepomuuuk...Erideee...¡Alguieeen!...¡Socorrooo!

domingo, noviembre 13, 2005

A buen entendedor...

Creo que ya sabéis que tengo un primo por parte de madre que se llama Javi y que tiene un año, pero esta vez el protagonista de la historia es otro primo que también se llama Javi y tiene un año. La diferencia es que viene de la familia de mi padre. Él, su hermano y sus padres nos han hecho hoy una visita, y el pequeño se ha pasado el rato recorriendo la casa de un lado para otro y diciendo "¿Abuabuau?", que quiere decir: "¿Y el perro, dónde está?", dado que por motivos de seguridad el bueno de Athos permanece en el porche cuando hay niños pequeños de por medio (Es demasiado efusivo para lo que un niño de menos de un metro de altura puede soportar).
Cuando se ha olvidado del perro, se ha dedicado a explorar más a fondo la casa, galleta en mano. Bajo la atenta mirada de su padre (al que conocemos como Pachi), ha recorrido el pasillo, mi habitación, la de mis hermanas, el cuarto de estar...en fin, todo. A todo esto, Amalia y yo estábamos en el mencionado cuarto de estar, trasteando con ese mundo insondable y misterioso que supone para mí el ordenador. Hemos visto al niño cuando ha pasado con su padre, nos hemos reído con sus gracias, etc. Al final, Pachi nos ha dicho que se bajaban al salón con el resto de la gente. Nosotros hemos asentido y hemos seguido a lo nuestro. Pero luego, al rato, hemos visto aparecer una cabecita en el umbral del cuarto, a la que ha seguido el cuerpo de nuestro primito. Le hemos saludado y, una vez más, hemos seguido a lo nuestro. Y ha sido Amalia quien, de pronto, ha caído en la cuenta: "Javi, ¿has subido solo?". El niño, como es natural, no nos ha contestado (llega a hacerlo y me da algo), así que yo, obviando la respuesta, me he dedicado a seguir muy de cerca todos y cada uno de sus movimientos (yo soy muy paranoico en general, pero con los niños pequeños todavía más, porque nunca sabes cuándo se van a caer o cuándo se van a llevar a la boca algo que no debieran llevarse). Así que, cuando el pequeñín se ha encaminado de nuevo hacia la puerta, he salido detrás de él a escape, porque en mi mente calenturienta su próximo paso consistía en irse a la escalera y empezar a bajarla, quién sabe con qué catastróficas consecuencias (para más información, leed el cómic que puse antes de este post). Pero no. Cuando he salido al pasillo tras él, lo que han visto mis ojos ha sido un Javi totalmente tranquilo, que permanecía quieto cerca de la puerta del cuarto de estar, mirándome como diciendo: "¿Pero tú te crees que soy imbécil, tronco?" y señalando hacia las escaleras, donde se hallaba Pachi, que no había descuidado ni un instante la vigilancia de la zona peligrosa.
Lo que me dejó boquiabierto fue precisamente eso, el hecho de que Javi había salido del cuarto para responder a la pregunta de Amalia, que había entendido a la perfección. Si pudiérais haceros a la idea de la expresión que tenía en la cara el pequeño cuando me hizo ver que no había motivo de preocupación...se las había arreglado para superar las dificultades a la hora de hablar...¡a pesar de ser un retaco de un año! La gente dirá lo que quiera, pero yo creo que estas nuevas generaciones van a venir muy bien preparadas...aun así, todavía estoy alucinando.

sábado, noviembre 12, 2005

¡Pero qué majo que es...!

viernes, noviembre 11, 2005

Más vale prevenir que curar

Hoy, al llegar a casa, ha habido un momento en que he ido a decirle algo a Amalia, procediendo para ello a darle un toquecito en el hombro con objeto de llamar su atención. Ella me ha rogado que tuviese cuidado con eso, porque se da el caso de que hoy mismo le han puesto una vacuna y está ligeramente molesta. Yo he comprendido perfectamente y he procurado guardar las distancias para evitar hacerle pupa. A la hora de la cena ha aparecido con el brazo colgando lastimosamente, diciéndonos que le dolía bastante y que le costaba mucho moverlo. Mis padres le han sugerido que se tomase un Efferalgan, y cuando ha vuelto de la cocina con la caja de pastillas, yo le he dicho: "Cuidado, ¿eh? Tienes que disolverlo en agua", ante lo cual ella se me ha quedado mirando como si pensase que le estaba vacilando y me ha respondido: "Lo sé...es evidente, ¿no?". Y yo he optado por darle la razón, porque a decir verdad, sí, es bastante evidente. Pero es que yo, la primera vez que tomé ese medicamento (hace unas semanas) no lo encontré tan evidente. Yo estaba por aquel entonces con la garganta hecha una mierda y, cuando mi padre me trajo la pastillita, me quedé mirando el espectacular diámetro de la misma (unos tres centímetros y pico, a ojo de buen cubero) preguntándome cómo demonios iba a ser capaz de tragarme aquello. Como siempre, a la hora de la verdad, decidí que lo mejor era no pensar en ello y me la puse en la boca. Luego, mientras cogía el vaso lleno de agua, pensé decidido: "Al coleto, así a lo bestia, y seguro que pasa perfectamente". Y así lo hice. Con un sonido parecido a "glokk", el agua se empezó a deslizar por mi confiada garganta...y sólo en ese momento, cuando la pastilla emitió un siniestro "pschchch" y empezó a disolverse sobre mi lengua, cuando el susto que me llevé hizo que se me atragantase toda el agua, cuando forcejeé con el condenado medicamento hasta que conseguí tenerlo en la mano (burbujeando y espumeando) y cuando, entre toses y estertores (míos) , pude oír a mi padre que decía "Pero ¿se puede saber qué has hecho, animal?" mientras contemplaba la pastilla asesina y el suelo mojado con toda el agua del vaso, comprendí que el Efferalgan era, como su propio nombre indica, EFERvescente, y que la forma de tomarlo que yo había intentado no era la más adecuada si lo que uno busca al hacer uso de él no es morir de un paro cardíaco.

jueves, noviembre 10, 2005

Con los pies en la tierra

Ayer por la noche estuve viendo el DVD de La venganza de los Sith, regalo del que mis entrañables amigos me hicieron entrega el sábado durante la fiesta, sabedores como son de que soy el mayor fan de la saga de Star Wars que ha existido, existe y existirá en el Universo. La película me parece una pasada, es sencillamente la culminación perfecta para una saga gloriosa. Mientras la veía, no pude evitar recordar aquel momento, hace unos seis meses, en que quedamos para ir a verla al cine. Yo llevaba tres años esperando ese momento e iba pletórico, al igual que todos mis amigos. Vimos la peli y disfrutamos una barbaridad con todo; las peleas de espadas láser, las naves, la transformación del joven Anakin Skywalker en el malvado Darth Vader, la trama en general...hasta que llegó el apoteósico final, con los pequeños Luke y Leia como una sombra de esperanza cuando todo parece perdido. Nos levantamos de nuestros asientos (levitando) y nos encaminamos hacia la puerta para volver a nuestras respectivas casas. Mientras flotábamos en dirección a la salida, llegó a nuestras narices un olorcillo muy desagradable, indicativo de que alguien había echado la papilla cerca de la puerta...pero no nos importó. Nada podía estropear ese momento. Nada. Todos estábamos entusiasmados, la Fuerza era intensa en nosotros y estábamos en el paraíso. Todos excepto uno. Noté extrañado que Miguelón no levitaba, y me acerqué flotando para preguntarle qué le había parecido la peli. Yo esperaba que me dijese: "Una pasada. Absolutamente genial" o por lo menos "Ha estado muy bien", pero desde luego no me esperaba que se volviese hacia mí solemnemente (tapándose la nariz, con el ceño fruncido y abanicando frenéticamente con la mano libre) y me soltase: "Tío, alguien se ha dejado las entrañas aquí".
Ocho palabras. Ocho puñeteras palabras que tuvieron la "virtud" de mandar a la mierda las naves, las espadas láser, la trama, la transformación de Anakin, el final apoteósico y la película en general, mientras yo aterrizaba bruscamente en el suelo y, profundamente indignado, le decía: "Tío, ¿cómo te has atrevido a asesinar de esta forma un instante como este?"
(A Dios pongo por testigo de que la próxima vez que vayamos a ver una película de ese calibre, esperaré a que salga en vídeo para preguntarle qué le pareció).

domingo, noviembre 06, 2005

¡Esos pulmones de nadador...!

Ayer organicé una quedada que desde hace unos años es tradicional: mis amigos de toda la vida vinieron a casa para celebrar mi cumpleaños, pasando una tarde muy agradable y de buen rollito. Antes de que vinieran, Álvaro y yo nos acercamos a una tienda de por aquí para comprar velas para tarta, dado que un cumpleaños no es lo mismo sin velas. Lo único que me hacía falta era el número 8, dado que el 1 ya obraba en mi poder, pero (cómo no) el único número que pido en la tienda es el único número del que no disponen en la tienda en ese momento. Paciencia. Hay muchas alternativas...opto por llevarme velas de las clásicas, sin forma de número. Cojo dos paquetitos de doce velas cada uno y emprendemos el camino a casa. Allí, las dejo preparadas para ser puestas en la tarta (que no era exactamente una tarta, sino un roscón relleno de nata, para mayor precisión) y esperamos a que lleguen mis amigos.
La fiesta transcurre apaciblemente entre merienda, música, fotos, chistes, gaitas y guitarras. A eso de las once y pico, cuando se decide que la gente ya debería ir volviendo a sus casas dado que los que viven más lejos tienen casi una hora de viaje, sacamos el roscón y encendemos las velas. Me llama mucho la atención el hecho de que saltan chispas de la punta de las mismas, pero no me parece que sea momento de andar con reflexiones filosóficas. Nos reunimos en torno a la mesa y yo procedo a soplar. No me asombro cuando veo que apenas he conseguido apagar dos, puesto que me ha pasado lo mismo toda la vida (no sé dosificar el aire de mis soplidos, y para cuando consigo apagar una vela nunca me queda aire para las demás), pero me quedo estupefacto cuando veo que las rebeldes llamitas se vuelven a encender solas. En cuanto al resto de velas, no hay forma de apagarlas por mucho que sople. Mientras mis amigos se parten el culo de risa (y me la contagian, con lo cual me quedo sin resuello cada vez que intento soplar), yo observo anonadado que cada vela que apago vuelve a llamear a los dos segundos. Me siento como en esos juegos en los que hay que atizar con un martillo a unos muñecos que salen de unos agujeros. Cuando finalmente la última de las llamas cae y yo me derribo agotado sobre la mesa, me explican que lo más seguro es que me hayan vendido "velas mágicas", que no se apagan nunca (mientras me lo explican, una de ellas se vuelve a encender). Es evidente que la dependienta de la tienda me ha timado, pero mi alucine va en aumento cuando veo que mis amigos las encienden de nuevo para comprobarlo y las apagan sin esfuerzo...
(Seguro que hubo trampa; estoy convencido de que estaban compinchados con la dependienta y no me quisieron decir nada para verme sufrir y reírse a mi costa...ten amigos para esto).

jueves, noviembre 03, 2005

Conciso, claro y concreto

Ayer tuve mi primera reunión como catequista profesional. Al llegar a la iglesia me encontré con Mar, mi compañera, y empezamos a preparar la dinámica del día. Una cosa bastante sencilla: los niños tenían que rellenar una ficha en la que ponían sus datos personales y algunas cosas más, véase: "a quién me quiero parecer", "manías que tengo", "miedos", etc, etc, etc. Luego, tenían que ir leyendo lo que habían puesto los demás en sus fichas con el objetivo de coger confianza y conocerse mejor entre ellos. Mar y yo también rellenamos la fichita de turno, y luego fuimos pasando junto a los niños para ver lo que habían escrito. Por supuesto, era demasiado pedir que las angelicales criaturas se lo tomasen completamente en serio, lo que dio lugar a un choteo monumental por parte de todos cuando leyeron que mi compañera había escrito: Manías: "cajones y armarios, siempre cerrados". Nuestros dulces discípulos estaban empeñados en que la "a" que Mar había escrito en "cajones" (demasiado redonda y casi sin rabito) era una "o", con lo cual se pasaron media reunión diciendo que la manía de Mar eran los "coj***s cerrados". Ésa fue la primera, pero luego seguimos: yo, al llegar al apartado de "miedos" me encontré con que ahí podría poner un montón de cosas dependiendo de la situación, del momento, de lo que esté pensando, etc. Al final, resultó que no me vino la inspiración y opté por una cosa bastante genérica: animales marinos carnívoros (sólo de imaginarme un tiburón compartiendo el mar conmigo me da un síncope, pero podría haber puesto una burrada de cosas). Luego, al ir revisando las fichas de los niños, me encontré con cosas bastante normalitas: la gente tenía miedo a las arañas, a las alturas, a suspender exámenes...me llamó mucho la atención un chico que tenía "miedo al miedo". Pero cuando realmente me tuve que frotar los ojos y casi darme una bofetada para asegurarme de que no estaba soñando, fue cuando me encontré con que otro de nuestros poéticos e inocentes querubines tenía miedo a las "máscaras de hockey ensangrentadas y con ojos amarillos".
(Os juro que eso es lo que había puesto; este hecho es verídico y tengo testigos).

miércoles, noviembre 02, 2005

Caza mayor

martes, noviembre 01, 2005

Halloween

Ayer, Día de los Difuntos, todo parecía indicar que iba a ser un día como cualquier otro...la mañana transcurrió apaciblemente, nos hizo muy buen tiempo y todo era felicidad y alegría. Por la tarde, me fui a Alcalá de Henares para ver la representación de Don Juan Tenorio en compañía de Álvaro, Ester, unos cuantos colegas suyos de por allí y mi familia. La obra estuvo entretenida, pasamos un rato agradable y el buen tiempo se mantuvo toda la tarde, no nos llovió ni nada de eso. Lo que sí que hizo fue mucho, mucho frío, pero podría haber sido peor. Cuando la obra terminó, acercamos a Álvaro al lugar donde había dejado su coche y luego nos fuimos a casa. Pero por aquel entonces ya era de noche (el maldito horario de invierno que nos acorta los días de una forma bestial)...la noche de Halloween. Entonces quedó patente que no era un día como cualquiera, como habíamos creído: las calles estaban demasiado tranquilas y silenciosas, pues los espíritus vagaban libres por ellas esa noche, según la tradición. Los pocos niños que paseaban por la calle se habían convertido en diablillos, fantasmas, brujos y esqueletos... el frío era sobrecogedor y todo aparecía sombrío y tenebroso...incluso cuando llegué a casa, al refugio, seguí teniendo una extraña sensación...como si una presencia invisible nos estuviera observando y vigilando. Hasta el bueno de Athos parecía rodeado por la misteriosa presencia...es más, parecía que la presencia se hubiese apoderado de él. ¿En qué lo noté? ¿Acaso el perro estaba más inquieto de lo habitual? ¿Se retorcía, le daba vueltas la cabeza o echaba espuma por la boca? No, no era nada de eso...lo cierto es que el animalito estaba tan tranquilo. Y, sin embargo, había algo en sus ojos que me inquietaba...como si a través de ellos me mirase un ser sobrenatural al que no podía ni soñar con enfrentarme, pues irradiaba un poder enorme y brutal...un ser que mantenía su siniestra mirada clavada en mi persona, dispuesto a aprovechar cualquier descuido mío para destruírme...y yo me sentía incómodo, muy incómodo. Puede que sólo fuese un presentimiento, pero así me sentía yo ayer cada vez que Athos me miraba.